Certificaciones ‘verdes’: las garantías del sector para avalar su sostenibilidad

certificaciones sostenibles
Isabel Reviejo

Ser sostenible no es solo cuestión de decirlo, sino de demostrarlo. Hoy en día, y al igual que sucede en la mayor parte del mundo corporativo, es difícil encontrar una empresa del sector de la limpieza que no se preocupe por incorporar en su actividad los principios de respeto al medio ambiente y a la sociedad. Por ello, y ante la proliferación de los productos publicitados como ‘ecológicos’, ¿cómo puede saber el consumidor que se encuentra ante un bien que realmente cumple con las garantías de sostenibilidad, de una forma medible y concreta?

Las etiquetas ‘verdes’ son las que aportan luz a esta situación, garantizando que un producto, además de ser de calidad, contribuye de alguna forma a reducir el impacto en el medio ambiente o a impulsar el desarrollo social.

Existen multitud de certificaciones que tienen su aplicación en el sector: si bien hay casos en los que estas atienden a un aspecto específico (diseño, origen de las materias primas, etc.), es frecuente encontrar sellos que abordan la sostenibilidad del producto desde una perspectiva holística, englobando el impacto generado en todo su ciclo de vida: desde las materias primas con las que se produce hasta su idoneidad para el reciclaje.

En términos generales, estas etiquetas ‘verdes’ pueden traer consigo varios beneficios, como la mejora de la reputación de la marca, el aumento de la confianza de los consumidores, el acceso a nuevos mercados, el cumplimiento de los requisitos normativos, el ahorro de costes —gracias a la eficiencia de los recursos— y las repercusiones positivas en la cadena de valor global, afirman desde la European Federation Cleaning Industry (EFCI, Federación Europea de la Industria de la Limpieza) a esta publicación. Además, “pueden contribuir al compromiso de las empresas con la responsabilidad medioambiental, atrayendo potencialmente a clientes y socios concienciados con el medio ambiente y mejorando así la competitividad”.

A continuación, hacemos un repaso por algunas de las principales certificaciones de sostenibilidad que inciden en el sector limpieza y cuáles son los aspectos que evalúan.

EU Ecolabel

La EU Ecolabel es una etiqueta promovida por la Unión Europea, cuyo funcionamiento se establece en el Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo.

En sus más de tres décadas de vida, desde su nacimiento en 1992, se han concedido, según los últimos datos de la UE, unas 2.584 licencias para 88.921 productos del mercado comunitario, cuyos requisitos medioambientales se han verificado con la ayuda de expertos independientes.

En el ámbito de la limpieza, este sello avala que los productos —tanto de uso doméstico como profesional— utilizan materias primas de origen sostenible, evitan sustancias peligrosas, tóxicas o nocivas y cuentan con envases mínimos, reciclados y/o a los que es sencillo dar una segunda vida. Los productos que pueden aspirar a la etiqueta están agrupados en seis categorías, cada una de las cuales cuenta con sus propios requerimientos:

  • Detergentes para la ropa.
  • Detergentes para la ropa de uso industrial e institucional.
  • Detergentes para lavavajillas.
  • Detergentes para lavavajillas de uso industrial e institucional.
  • Limpiadores para superficies duras.
  • Lavavajillas a mano.

Un 38% de los ciudadanos de la región son capaces de reconocer el logo de EU Ecolabel, según una reciente encuesta

Un 38% de los ciudadanos de la región son capaces de reconocer el logo de EU Ecolabel, según una reciente encuesta de la UE (Flash Eurobarometer 535). Dentro de todos los productos con esta etiqueta adquiridos por los consumidores en los últimos 12 meses, los detergentes y productos de limpieza son la categoría más popular (23%), junto con los productos de papel (23%).

Etiquetas FSC

Las etiquetas de la organización Forest Stewardship Council (FSC) nos ayudan a identificar si los productos elaborados a partir de materiales y recursos de origen forestal están avalados por una gestión responsable.

Existen tres tipos de certificaciones. La primera, FSC Reciclado, señala, como su propio nombre advierte, que el bien está fabricado en su totalidad por material reciclado, lo cual reduce la demanda de materias primas. Por otra parte, la etiqueta FSC 100% hace referencia a que los materiales del producto provienen de bosques que han sido auditados para corroborar que se gestionan de acuerdo con los estándares sociales y ambientales de la organización.

El último sello, denominado FSC Mixto, se concede a productos elaborados con una mezcla de materiales reciclados, procedentes de los bosques certificados por FSC o de otro tipo de madera (siempre y cuando cumpla ciertos estándares responsables).

Normas ISO (14067, 14001, 14006)

Las normas ISO han sido desarrolladas por la Organización Internacional de Normalización (ISO), una entidad independiente que traza estándares internacionales con el ánimo de contribuir a garantizar que los productos y servicios sean seguros y con calidad.

Dentro de ellas, encontramos varias encaminadas a certificar la sostenibilidad de los bienes. Ejemplo de ello es la ISO 14067, que indica cómo cuantificar la huella de carbono de un producto, es decir, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que arroja a la atmósfera en todo su ciclo de vida. Esto engloba la adquisición de las materias primas, el diseño, la producción, el transporte y la entrega, el uso y el tratamiento al final de su vida útil. Al tomar esta referencia, las empresas pueden hacer esfuerzos para reducir sus emisiones y compensar las que no puedan eliminar, para llegar a la neutralidad climática del producto.

Por otra parte, también podemos encontrar la ISO 14001, de gestión ambiental, que sirve para identificar a aquellas corporaciones que han integrado la sostenibilidad en sus sistemas, minorizar los impactos ambientales negativos que resulten de su actividad y evitar riesgos, al mismo tiempo que se optimiza el manejo de los recursos y de los residuos.

En el área de los productos de limpieza, también es interesante la ISO 14006, que certifica el ecodiseño. Es decir, que el producto ha sido fabricado siguiendo los principios de la economía circular, lo que reduce su impacto medioambiental en las diferentes fases de su ciclo de vida.

Cradle to Cradle Certified

La certificación Cradle to Cradle fue creada para incentivar la innovación en las empresas para que estas optimicen sus componentes y productos. Lo hace con una visión global de la sostenibilidad (tanto en la vertiente medioambiental como social), gracias a la cual se examinan cinco áreas:

Salud material: se evalúa si los materiales y químicos priorizan la salud humana y del medio ambiente.
Circularidad: para conocer si los productos están pensados para alargar lo más posible su uso y para tener una segunda vida.
Aire limpio y protección del clima: contempla cuestiones como el empleo de energías renovables o la emisión de contaminantes a la atmósfera.
Agua y gestión del suelo: examina la protección de estos recursos.
Justicia social: reconoce el compromiso de las empresas con los derechos humanos y las prácticas comerciales justas y equitativas.

La certificación puede otorgarse en cinco niveles: básico, bronce, plata, oro y platino. Hasta la fecha, más de 34.000 productos la han conseguido.

ReMade in Italy

Esta etiqueta visibiliza el uso de material reciclado en un producto. Una de sus ventajas es que detalla, además del porcentaje de material reciclado de cada componente, el impacto ambiental positivo que se consigue gracias a esta reutilización: tanto la reducción en el consumo de energía como la disminución de gases de efecto invernadero.

The Nordic Swan Ecolabel

También conocido como Cisne Blanco, este sello fue puesto en marcha en los países nórdicos a finales de la década de los 80, y hoy en día es la etiqueta ecológica oficial respaldada por los gobiernos de estos países. Se autodenomina como “una de las certificaciones medioambientales más estrictas del mundo”, y se concede a productos y servicios que cumplen requisitos medioambientales “ambiciosos”. Su filosofía es que la legislación en materia medioambiental ha de ser considerada como un mínimo esencial, por lo que los requisitos para la certificación han de ir más allá.

La Nordic Swan Ecolabel, de los países nórdicos, se autodenomina como “una de las certificaciones medioambientales más estrictas del mundo”

Entre los aspectos que se contemplan están la conservación de la biodiversidad, la reducción del impacto climático, la restricción o exclusión de sustancias químicas nocivas, la eficiencia de los recursos y la economía circular. Para ello, se abarca todo el ciclo de vida, partiendo de las materias primas y finalizando por el reciclado o eliminación.

Blue Angel

Esta etiqueta es la oficial del Gobierno alemán es la oficial del Gobierno alemán —si bien el cumplimiento de sus estándares es voluntario— y cuenta con un largo recorrido (de más de 45 años), así como un elevado reconocimiento entre los consumidores: el 90% de ellos están familiarizados con este sello.

Detergentes para lavavajillas a mano y limpiadores de superficies duras, detergentes para la ropa o productos para el control de plagas son algunas de las múltiples categorías de bienes y servicios que pueden conseguir esta certificación, si queda avalado que tienen el menor impacto posible en el medio ambiente y la salud humana.

Certificaciones blue angel, remade in italy y Nordic Swan Ecolabel.

Otras certificaciones

Entre las etiquetas ‘verdes’ que están creadas específicamente para maquinaria de limpieza, encontramos la Green Cleaning Efficiency, respaldada por EU United (la Asociación Europea de Industrias de Ingeniería). Esta identifica aquellas fregadoras con una alta eficiencia de limpieza, lo que se traduce en un consumo mínimo de energía y de agua y, por tanto, en una reducción de los costes.

Asimismo, si bien no se trata de una certificación en sí misma, podemos destacar la iniciativa Blue Competence, de la Asociación Alemana de Fabricantes de Máquinas e Instalaciones (VDMA). Sumándose a ella como miembros, las empresas se comprometen a hacer uso de la tecnología para mejorar la eficiencia, ahorrar energía y asumir su responsabilidades respecto a los empleados, clientes y proveedores.

En un sentido similar, también destaca la iniciativa de la Asociación Internacional de Jabones, Detergentes y Productos de Mantenimiento (AISE) por la limpieza sostenible, creada en 2006 y abierta a todos los fabricantes, distribuidores o vendedores de productos de limpieza en la Unión Europea, Reino Unido, Islandia, Noruega y Suiza. Con un sistema de verificación independiente, se certifica que los productos incluyen mejoras para reducir su impacto ambiental y contribuyen al bienestar social, durante todo su ciclo de vida. Así, se examinan aspectos como el uso del agua o de la energía, la seguridad humana y ambiental de los productos químicos o la información que se proporciona a los consumidores para que pongan en práctica pautas de limpieza más sostenibles.

Contra el ‘greenwashing’

Las certificaciones oficiales pueden ser también un arma para luchar contra uno de los males más recurrentes en el avance hacia un modelo más sostenible: el greenwashing’ o ‘lavado verde’. Es decir, la práctica de publicitar los productos y servicios de una empresa como ‘eco’ o sostenibles sin que haya un trasfondo real.

Al proporcionar “criterios transparentes y normalizados para evaluar las prácticas de sostenibilidad” y realizar verificaciones que normalmente recaen en manos de terceros, las certificaciones pueden ayudar a “elegir con conocimiento de causa y distinguir los auténticos esfuerzos sostenibles de las prácticas de marketing engañosas”, mencionan desde EFCI.

Aun así, a pesar de sus ventajas, la federación remarca que “existe una creciente preocupación por la complejidad y los retos burocráticos a los que se enfrentan las pequeñas y medianas empresas (pymes) en el proceso de certificación”. A esto —agregan— se pueden sumar otras barreras como el hecho de que las compañías tengan que modificar sus métodos de producción existentes, o la falta de comprensión de las ventajas. También, los costes del proceso de certificación y los que repercuten en las operaciones de las empresas, especialmente las pymes: “El uso de productos ecológicos a veces requiere invertir más tiempo, energía y recursos financieros, mientras que la tendencia del mercado va hacia el recorte de costes”, dado que a menudo los clientes “eligen la oferta más barata, sin dar tanto peso a los criterios medioambientales”.

Son ellos, los consumidores, quienes tienen la última palabra con su compra. A la hora de elegir, las certificaciones ‘verdes’ pueden servir como faro para aquellos que quieran apostar por la sostenibilidad.

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