El coronavirus de Wuhan que amenaza al mundo pone encima de la mesa el desabastecimiento de mascarillas que tenemos en España.
Se trata de una enfermedad con un índice de mortalidad bajo. Sin embargo, la alarma social generada ha provocado un problema de suministro de mascarillas en el mercado español.
¿Qué pasaría si esta epidemia u otra similar afectara a España de forma directa? ¿Estaría el Estado, el mercado y los fabricantes de equipos de protección preparados para poder afrontar una crisis de este tipo y dotar a las empresas, instituciones y población en general de los equipos de protección necesarios? La respuesta es NO. Esta crisis nos debe concienciar y buscar soluciones ante acontecimientos de esta índole.
Obviamente las causas del desabastecimiento son varias. En gran medida ha venido motivado por la ingente demanda generada por China, pero también por la falta de producción nacional y europea.
Tenemos que valorar que en este mundo globalizado y de fuerte competencia, muchos de los fabricantes españoles y europeos han trasladado sus centros de fabricación y producción a terceros países buscando, precisamente, poder competir con esos mismos productos que vienen de terceros países a precios más bajos.
Hay que analizar, y en su caso combatir, la presencia en el mercado de productos “low cost», que en muchas ocasiones además de baratos son también de baja calidad, e incluso en ocasiones no cumplen con los requerimientos legales mínimos. Estos productos circulan con demasiada libertad por el mercado y tensionan a los fabricantes españoles y europeos que sí cumplen con la normativa y fabrican productos de calidad contrastada.
La crisis económica ha agravado está situación ya que, en demasiadas ocasiones, el precio ha sido el baremo de decisión más importante, si no el único, tanto en los concursos públicos como en las compras de las empresas. Obviamente la cadena de distribución se ve afectada por estas circunstancias y buscan los productos que encajen en esa demanda de precios bajos. En estas circunstancias los productos de terceros países más baratos, en su gran mayoría de China, han pasado a tener un peso muy significativo en la cadena de suministro.
Algunos fabricantes locales han cerrado sus fábricas fruto de esta fuerte competencia. Otros, como decíamos, han trasladado sus centros de producción a terceros países. El resultado es que la capacidad productiva de España ante una crisis como la que vivimos es muy limitada por lo que nuestro país está condenado a sufrir desabastecimiento de mascarillas en caso de crisis.
Desde el punto de vista del mercado de los equipos de protección individual (EPI) resulta difícil dar respuesta a la petición nacional e internacional de provisión de EPI vitales para casos de emergencia, mascarillas en el caso que nos ocupa. Es cierto que nos encontramos ante una situación de emergencia puntual, que además se da la coincidencia de que el grueso de la crisis se sitúa precisamente en el país productor y exportador por excelencia. Pero es también cierto que esta situación se puede repetir en el futuro, por lo que cabría preguntarse si la solución pasa por incrementar a nivel nacional la producción sin depender de otros países. En este escenario potencialmente peligroso en nuestro país cabe articular soluciones para disponer de las mascarillas pertinentes en el caso de que la población se viese afectada de forma masiva por un virus similar al coronavirus de Wuhan.
Ahora se impone la cordura y la precaución. El recurrir a los expertos en protección respiratoria que expliquen qué tipo de mascarillas podrían resultar eficaces (o no) y qué requisitos en cuanto a normativa y certificación deben reunir, así como las nociones para su uso correcto.
Asimismo, las autoridades sanitarias -la OMS y el Ministerio de Sanidad, principalmente- deben brindar información clara, homogénea, coherente y con criterio porque la desinformación o las interpretaciones subjetivas e inexactas resultan lesivas y claramente perjudiciales.
En definitiva, debemos conocer hasta qué punto protegen las mascarillas, cuáles se deben emplear y, como si de un plan de emergencia se tratase, buscar la manera de solucionar la crisis actual.
Pero cuando pase “el susto” no debemos olvidarnos de esta situación de desabastecimiento de mascarillas y establecer los mecanismos necesarios para que, en caso de emergencia, España sea capaz de disponer de los recursos necesarios para la fabricación y/o suministros de los productos de protección esenciales en el momento que se precise.