En estos dos últimos años los protocolos de limpieza se han visto reforzados en todos los sectores. En algunos casos se han complementado con nuevas regulaciones, en otros se han empezado a formalizar porque simplemente no existía y en otros nada ha cambiado porque ya se realizaba de forma correcta.
Vileda Professional siempre ha tenido claro que el secreto de una limpieza adecuada no es simplemente el uso de útiles y sistemas adecuados, es la utilización de los mismos. Por eso, la formación de los limpiadores profesionales es imprescindible, así como un seguimiento para asegurar que las prácticas de limpieza e higiene son las correctas.
En los establecimientos hoteleros donde la figura de las camareras de piso juega un papel relevante para la buena imagen de las habitaciones, el hecho de contar con un equipo formado, motivado y dirigido por la figura de la gobernanta es imprescindible. La limpieza de la lamparilla de la cama, el mando del TV, la encimera o la taza del inodoro… cada uno precisa de un nivel de limpieza particular tanto para alcanzar el nivel que se exige como para evitar el riesgo de posibles contaminaciones cruzadas entre ellos o entre habitaciones.
El seguimiento de un protocolo de limpieza asegura que todas las tareas han sido realizadas sin descuidar ninguna, de forma correcta y con los utensilios necesarios. Con ello se puede hacer un seguimiento, y donde hay seguimiento hay posibilidad de control; y en caso de que algo no funcione tomar medidas preventivas o correctoras. Los que nos dedicamos a la limpieza profesional deberíamos saber que del mismo modo que después del atentado del 11S algo ha cambiado en nuestras conciencias y en las medidas más severas en el control en los aeropuertos, el paso del COVID-19 nos debe llevar a tomar conciencia de esta realidad y poner una mayor atención a seguir unos protocolos de limpieza adecuados en cada sector. En entornos hospitalarios nadie cuestionaba que la limpieza debe ser llevada a niveles de desinfección, es decir, eliminar incluso las partículas más pequeñas que el propio polvo, como son virus y bacterias. Ahora ese mismo nivel de higiene debería y puede ser llevado fácilmente a otros entornos como son el hostelero, educativo, transporte…
Si disponemos de bayetas o mopas que limpian y desinfectan al mismo tiempo solo con el empleo de agua y que además tienen una vida útil que las hacen más rentables que otras de menor duración, que además son más ergonómicas y con sus certificados medioambientales como productos de bajo impacto ecológico, utilicemos y potenciemos su uso dentro de unos planes de higiene para garantizar los más altos estándares de limpieza. Si no hemos aprendido algo de todo lo que nos ha pasado estos dos años, estamos perdiendo una ocasión de oro para dar un salto cualitativo dentro de la limpieza profesional.
Empecemos estableciendo unos protocolos de limpieza y consigamos que los profesionales de la limpieza puedan hacer su trabajo de forma más fácil y con ello nos aseguraremos que los resultados serán los esperados. Un ejemplo práctico que me gusta mencionar, por el hecho de que cada vez son más las cadenas hoteleras que lo van implantando en la limpieza de pisos, es el sistema de fregado preimpregnado del sistema ClickSpeed.
Un sistema de fregado en plano que asegura la utilización de una mopa limpia en cada habitación. Una mopa plana de 40 cm de microfibra que se prepara antes de cada jornada con el grado de humedad necesaria que no precisa ya esfuerzo de transporte ni escurrido, y que evita posibles traslados de contaminación de una habitación a otra.
Es un sistema que empezó a utilizarse en los hospitales y gracias a Vileda Professional las grandes cadenas lo van implantando. Y encima, son los propios limpiadores los mayores prescriptores cuando lo han empleado. Todavía queda camino por recorrer y eso se consigue si todos remamos en la misma dirección.