La limpieza de suelos se acostumbra a llevar la mayor partida dentro de los presupuestos de limpieza general, tanto en utensilios y maquinaria como en mano de obra. El hecho de que los suelos sean superficies horizontales, estén en la parte inferior de los inmuebles y encima sean las áreas más transitadas, contribuyen a que se ensucien más y con más facilidad.
Normalmente cuando nos referimos a la limpieza de suelos nos centramos más en el fregado, es decir emplear agua como elemento que ayude a eliminar la suciedad. Pero son varios los sistemas que nos encontramos. Barrido, fregado, pulido y mantenimiento podrían ser las cuatro acciones principales cuando nos referimos a la limpieza de suelos. Todos ellos han ido evolucionando dentro de la limpieza profesional hasta nuestros días, y si nos fijamos comparativamente con otros sectores, la verdad es que esa evolución ha sido muy gradual, tímida y desde luego todavía muy pero que muy limitada.
Cada país tenemos nuestra propia cultura de limpieza fruto de la tradición, principalmente, y las particularidades de cada mercado. Los métodos de limpieza empleados en los países nórdicos o del sur de Europa no tienen nada en común, y lo curioso del caso es que cada uno nos sentimos mucho mejor con nuestros utensilios y metodología, rechazando cualquier posibilidad de mejora fruto de posibles intercambios.
En España no somos una excepción. Nos sentimos tan orgullosos de la fregona como un invento nacional, que aceptar otros utensilios lo consideramos una traición a nuestras raíces; más un atraso que un avance.
¿Avances?
Analizando nuestro país y cómo han evolucionado las cuatro acciones que se realizan para limpiar el suelo vemos lo siguiente.
El barrido, es decir eliminar la suciedad suelta en el pavimento a través de un cepillo o escoba con cerdas, apenas ha experimentado variaciones en los últimos 40 años. Las fibras, antes naturales, han pasado a ser de materiales sintéticos y en muchos casos reciclado. Pero la distribución de las mismas en el taco y su acabado abierto o cerrado se ha mantenido invariable.
Mejoras ostensibles se han producido en el recogedor con mayores prestaciones, haraganes inteligentes y, sobre todo, el empleo de maquinaria cada vez más efectiva y cómoda para el limpiador.
El pulido, como acción para realizar una limpieza agresiva o en profundidad, que acaba preparando el suelo para facilitar limpiezas posteriores, es otra de las áreas que apenas ha experimentado variaciones.
La lana de acero para cristalizar o los discos de fibras apenas han sufrido variaciones. Todos los intentos de innovación en esta área han sido muy difíciles de popularizar y las rotativas son las que han experimentado mejoras progresivas, pero desde el punto de vista funcional no muchos cambios.
El mantenimiento de suelos se realiza en aquellos casos en donde todavía la suciedad no ha llegado a adherirse. Para eliminarla puede emplearse una mopa de flecos o un fliselina con propiedades captadoras de polvo. La gran ventaja es que limpias sobre limpio, lo que permite una mayor efectividad en cuanto a la rapidez y a distanciar con ello el empleo de otros métodos de limpieza más agresivos como el fregado.
En este caso, los utensilios nuevamente apenas han variado. Las empresas de renting siguen suministrando mopas con tratamientos impregnados. Los bastidores metálicos con palos, con mayor o menor fortuna, están siendo utilizados por los profesionales de todos los entornos como se venían utilizando hace años.
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