Son muchas las personas que, tras el confinamiento y con la llegada de la primavera, han redescubierto el placer del contacto con la naturaleza y las salidas al campo. Un plan de primeras aparentemente idílico que puede verse radicalmente truncado por culpa de un artrópodo de escasos milímetros. La mayoría de las picaduras de garrapata son inofensivas, pero algunas de ellas pueden acarrear consecuencias muy graves para la salud. Una de las más peligrosas es la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, que tiene una mortalidad del 30% sin tratamiento.
“Las recientes lluvias de la primavera han dado lugar a un importante crecimiento de la vegetación que, junto con las altas temperaturas que venimos alcanzando, constituyen el perfecto caldo de cultivo para la proliferación de las garrapatas”, explica la directora general de ANECPLA.
Fiebre hemorrágica Crimea – Congo
Las garrapatas son un tipo de artrópodos transmisores de enfermedades tan peligrosas como la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, una de las enfermedades trasmitidas por garrapatas con mayor extensión a nivel mundial. España es un país con riesgo de circulación del virus debido principalmente a su proximidad geográfica con África; su condición de lugar de tránsito obligado de aves migratorias procedentes de zonas endémicas; por ser una zona con una gran presencia del vector responsable de la transmisión; y debido también a sus condiciones climáticas, similares a otras zonas donde se ha evidenciado la circulación de este virus.
Este patógeno se transmite a las personas, ya sea por la picadura de garrapatas o por contacto con la sangre o tejidos de animales infectados. La mayoría de los casos se han dado en personas relacionadas con la industria ganadera, como trabajadores agrícolas, trabajadores de mataderos y veterinarios. De igual manera, pueden darse casos de transmisión entre seres humanos cuando exista contacto estrecho con sangre, secreciones, órganos u otros líquidos corporales de personas infectadas.
Desde 2016, ya se han contabilizado hasta cinco casos endémicos de esta enfermedad emergente. El último de ellos, el de un hombre de mediana edad en Salamanca que tuvo que ser hospitalizado.
Los síntomas de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo comienzan de forma súbita, en forma de fiebre, dolor muscular, mareos, dolor y rigidez de cuello, lumbago, cefalea, irritación de los ojos y fotofobia (hipersensibilidad a la luz). Pueden producirse igualmente náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal y dolor de garganta al principio, seguidos de bruscos cambios de humor y confusión. Al cabo de dos a cuatro días, la agitación puede dar paso a somnolencia, depresión y debilidad. Otros signos clínicos posibles son taquicardia, adenopatías (inflamación de los ganglios linfáticos), y diversos fenómenos hemorrágicos, de ahí su particular nombre.
La tasa de mortalidad asociada a esta enfermedad es de aproximadamente un 30%, y la muerte sobreviene durante la segunda semana. Entre los pacientes que se recuperan, la mejoría comienza generalmente al noveno o décimo día tras la aparición de la enfermedad.
Recomendaciones para la prevención
“Las garrapatas suelen encontrarse en las hierbas altas, con lo que es fácil que se adhieran tanto a los animales como a las personas cuando pasan cerca para alimentarse de su sangre. Y no se sueltan hasta que se hinchan y su cuerpo se llena por completo”, explica Fernández de Lezeta.
Ante la proliferación de esta especie y el aumento de los paseos por zonas naturales, por parte de la población general tras el confinamiento, ANECPLA recomienda extremar las medidas de prevención para evitar el contacto con garrapatas y, consecuentemente, el contagio de las mencionadas enfermedades de las que es vector de transmisión, prestando especial atención al sector rural.
Así lo afirma la directora general de ANECPLA, quien aconseja “utilizar ropa protectora adecuada, que deje visible la menor superficie de piel posible. Por otro lado, y después de una exposición a ambientes donde cabe esperar la presencia de este animal, es importante revisar tanto la ropa como la piel y el pelo (las zonas calientes como las axilas, el cuello, la cintura y la cabeza son sus preferidas). Y, en caso de detectar alguna garrapata retirarla rápidamente, siempre con cuidado y la técnica adecuada”.
Picaduras de garrapata, también en perros
Además de los mencionados perjuicios a seres humanos, la picadura de las garrapatas puede acarrear complicaciones de salud también en los animales, siendo la babesiosis y la erliquiosis las enfermedades más comunes que transmite. En este sentido, ANECPLA recomienda a los dueños de animales, especialmente los perros, extremar las precauciones en las salidas al campo a fin de evitar compañías indeseadas. Al tratarse de un parásito silencioso que no genera ni picazón ni prurito, se aconseja realizar una revisión exhaustiva del animal tras un paseo por el campo o zonas ajardinadas como método de detección.
A fin de evitar los problemas que conlleva sufrir una plaga de garrapatas, ANECPLA recomienda también realizar los tratamientos de control y prevención de esta especie. El método de control empleado en cada caso variará, tal y como afirma Fernández de Lezeta, “en función de la toma en consideración de factores como el ciclo biológico en el que se encuentre la plaga, las condiciones ambientales, el nivel de infestación o la minimización del posible impacto sobre el medio, los animales y el ser humano”. De ahí la importancia, insiste la directora general de ANECPLA, “de que sean profesionales de la gestión de plagas quienes realicen este servicio de forma profesional”.
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