Vivíamos, sin saberlo, sumidos en un sinfín de hábitos “tóxicos” como besarnos, abrazarnos o hablar a pocos centímetros que, con la pandemia, han sido barridos de nuestra forma de ser y de socializarnos por ser nocivos para nuestra salud. Desde principios de marzo del año pasado estamos obligados a llevar una férrea disciplina en lo que a cuidados de higiene sanitaria y hábitos sociales se refiere. Se nos ha impuesto el uso de mascarillas, de geles hidroalcohólicos y la distancia social, pero también la limpieza y desinfección profunda de nuestro entorno y, en concreto, de los espacios comunes para hacer frente al COVID-19.
El momento de llegar a casa, tal vez sea el escenario en el que más cambios se han introducido al tener ahora que descalzarnos y pulverizar zapatos y ropa con alcohol, así como otros objetos de uso diario como llaves y mochilas… En los entornos de trabajo es importante, además, incidir en aquellos puntos que son considerados de “alto contacto” como puedan ser los pomos de las puertas, botones de ascensor, interruptores de la luz y diferentes gadgets tecnológicos como mandos, teclados y otros dispositivos móviles.
Y esto trasladado a nuestro día a día, adquiere una dimensión que nos marea y nos sume en un ritual loco de limpieza que necesitamos ordenar. Sí, estos hábitos de la “nueva normalidad” nos acompañarán, según los expertos, aún durante un buen tiempo y algunos se quedarán para siempre con nosotros.
¿Qué es lo que ha cambiado?
Hace veinte años la frecuencia de la limpieza era diaria. Con la crisis económica las empresas redujeron costes, pasando a una frecuencia de días alternos, y se fue estirando hasta llegar a dos veces por semana. El COVID nos ha llevado de vuelta al pasado, y hemos recuperado la limpieza de frecuencia diaria. Además, la hemos hecho visible: hemos pasado de limpiar de noche, cuando nadie nos ve, a visibilizar y poner en valor el trabajo del personal de limpieza. No solo ha cambiado la forma en la que limpiamos nuestros hogares y oficinas, también ha cambiado nuestra percepción sobre “lo que está limpio o no”; de limpiar para eliminar residuos de polvo y pequeñas suciedades incrustadas en las superficies a desinfectar a fondo para acabar con los gérmenes, ayudando así a evitar la propagación del Covid-19 pero también de otras enfermedades. La palabra limpieza va ya, indiscutiblemente siempre, a desinfección.
La limpieza ya no es una commodity
Y los profesionales de esto, con amplia experiencia en el sector, lo sabemos. La limpieza ha pasado de ser una commodity a un bien esencial de primerísima necesidad y el personal dedicado a ello ha pasado de pertenecer a una profesión sin demasiado reconocimiento a formar parte de esos “otros héroes” de la pandemia, en constante lucha contra la COVID-19. Esto añade a nuestra labor un grado superior de profesionalización, ya que hacer un trabajo de limpieza y desinfección exige unos protocolos claros y específicos y un equipo en constante formación.
Nuevos retos para los biocidas
De la noche a la mañana, vimos cómo un producto contaminante como la lejía pasó a ser recomendado por la Organización Mundial de la Salud como el producto a utilizar para desinfectar espacios y superficies de trabajo, transportes públicos o centros sanitarios. Ahora el reto está en mejorar la sostenibilidad de productos biocidas registrados en España y recomendados por el Ministerio de Sanidad, con los que las empresas de limpieza podamos realizar nuestro trabajo de forma eficaz, segura y respetuosa con el medioambiente.
El momento de la verdad: rapidez de respuesta, innovación y responsabilidad
Durante estos diez meses, Grupo SIFU ha llevado a cabo una exhaustiva adaptación de todos sus procedimientos estándares de limpieza y ha diseñado nuevas soluciones combinando líneas de limpieza e higiene tradicional con compleja y puntera tecnología, siendo capaz de ofrecer un trabajo riguroso y eficaz para ayudar a las empresas a mantener un entorno sano y seguro. Para ello, se han incorporado, además de equipos tecnológicos de última generación como la luz ultravioleta, los productos tradicionales que, como la lejía, complementan el portfolio de productos y servicios utilizados por Grupo SIFU en la desinfección de espacios de alto riesgo. Es la única forma en la que entendemos la limpieza, un trabajo tradicional, hecho con rigor y dedicación por profesionales con las herramientas más novedosas, pero también con las que han funcionado a lo largo de los tiempos.