Habrás leído artículos sobre el bolso como uno de los productos más valorados de la industria de la moda, desde el vintage hasta el último modelo de marca. Pero hay una oscura realidad que tal vez desconozcas: ese bolso que has elegido para que combine con tus atuendos, ese bolso que llevas contigo cuando te levantas para ir a cualquier sitio, ese bolso que dejas a tu lado cuando te duermes, ¡es un nido portátil de bacterias!
El hábitat perfecto para una multitud de gérmenes
La empresa británica Initial realiza desde hace décadas análisis bacteriológicos de la superficie de centenares de bolsos. Los resultados son sobrecogedores. Resulta que los materiales que componen un bolso suelen ser maleables y porosos: un hábitat perfecto donde puede afincarse una profusión de gérmenes variados. Los expertos en higiene aconsejan tener especial cuidado con los bolsos de piel, tradicionalmente los más comunes por su durabilidad, pero también los más peligrosos, por tratarse de un elemento orgánico. Uno de cada cinco bolsos examinados se consideró potencialmente nocivo para la salud de su dueña.
¿Y si resulta que tu bolso tiene más bacterias que un baño público?
Ten en cuenta que tu adorado bolso lo dejas en el suelo de los restaurantes mientras comes y que lo pones donde buenamente puedes cuando usas un aseo público o privado. No en vano es un elemento de nuestra vida diaria que está en permanente contacto con las manos y con todo tipo de superficies, por lo que las posibilidades de contaminación son muy altas. Pero las bacterias no están instaladas solo en el bolso en sí, sino también en la pequeña colección de cosas que llevas dentro. La cartera es, a efectos higiénicos, un bolso pequeño, hecho de los mismos materiales e igual de atractivo para las bacterias que andan buscando hogar. El pintalabios, el rímel, los frascos de perfume y las cremas que solemos llevar en esa especie de maleta portátil tienen características muy atractivas para dar cobijo y nutrición a un sinfín de gérmenes infecciosos.
Bolso y bacteria: un matrimonio feliz
Y hay que admitirlo, no lo limpiamos como unos zapatos con betún o como una prenda en la lavadora. Así que no digas que no te hemos avisado: tu bolso puede tener más bacterias que el retrete de un baño público. Así que cuando te lo cuelgas del hombro y sales alegremente de casa, ya sabes lo que llevas a cuestas.
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