El término bioseguridad se refiere en sentido amplio al conjunto de medidas puestas en marcha con el fin de evitar o reducir el riesgo de entrada de agentes infecciosos, y su posterior difusión dentro de una instalación o hacia otros puntos de su área de influencia.
Un problema global requiere una solución global
Las organizaciones deben poder garantizar la bioseguridad desde una perspectiva global, en todos los niveles de actuación que requieren sus partes interesadas: personas, infraestructuras, procesos y productos o servicios.
Para conseguir lo anterior, han de diseñarse programas de bioseguridad que vayan más allá de los protocolos de seguridad y salud laboral usualmente publicados. Así se maximiza la eficacia de las medidas establecidas, se optimizan las inversiones y se mitiga el nivel de riesgo real en toda su dimensión (clientes, proveedores, autoridades y sociedad en general).
1) Primero, diagnosticar. En la fase de diagnosis se realiza una identificación y evaluación de los riesgos y una determinación del estado actual de la organización atendiendo a los cuatro niveles de bioseguridad (personas, procesos, instalaciones, productos/servicios). En esta etapa se resaltan aquellas deficiencias que se han de cubrir y los planes básicos de actuación. Se debe identificar si existen puntos ineficaces en la adaptación de protocolos o guías técnicas, apuntando las desviaciones corregibles en la realidad concreta analizada.
2) Después, implementar. Todo programa de bioseguridad que quiera abordar la problemática de una organización de forma integral requiere actuar en cuatro niveles:
- PERSONAS: Medidas de protección del personal.
- PROCESOS: Medidas de carácter organizativo.
- INSTALACIONES: Adecuación y revisión del cumplimiento.
- PRODUCTOS Y/O SERVICIOS: Adecuación y revisión de la inocuidad.
Esto requiere la implantación en la compañía de planes de acción específicos. Gracias a la fase de diagnosis ya se ha determinado POR QUÉ es importante hacer una acción en nuestra empresa; de tal manera que estaremos en disposición de concretar:
- QUÉ se requiere hacer.
- QUIÉN lo va a hacer.
- CÓMO se aborda.
- CUÁNDO lo realiza.
- DÓNDE es importante incidir.
3) Por último, verificar. Una vez definido el plan de acción para la mitigación y el control de los principales riesgos identificados en la fase de evaluación, es necesario programar su vigilancia y validar la idoneidad de las acciones mediante procesos de verificación específicos y generales. Esto permite mantener en todo momento aquellos riesgos determinados como significativos dentro de los límites establecidos de bioseguridad. La verificación es el proceso que se realiza para revisar si una determinada acción o proceso está cumpliendo con los requisitos y normas previstos para el mismo. Entre las acciones principales de verificación se encuentran la realización de auditorías, ensayos y analíticas; o bien, otras actuaciones como la realización de simulacros.
Dando respuesta a esta “nueva normalidad”
En ocasiones, a las empresas de servicios nos cuesta materializar nuestro saber hacer para conformar productos y servicios que se ajusten a las realidades del cliente, en tiempo y forma.
En Actualia hemos integrado nuestro conocimiento y experiencia en las divisiones de Consultoría, Tecnología y Sanidad Ambiental para concretar acciones que desde el ámbito profesional puedan salvaguardar la bioseguridad de nuestro Grupo.
- Diagnosticar la situación real frente a riesgos específicos en materia de bioseguridad. Aun dentro de un mismo sector de actividad, no todas las organizaciones tienen el mismo nivel de riesgo. Existen empresas expuestas a peligros similares ante agentes infecciosos; pero las características particulares de sus instalaciones, productos, personal y procesos les hacen estar expuestos a un menor riesgo. En esta acción el profesional debe analizar y evaluar en qué zonas y etapas existe la probabilidad de ocurrencia de peligros, y qué implicación real puede tener sobre la salud de las partes interesadas y la inocuidad de los productos o servicios la potencial ineficacia de las acciones disponibles.
- Conformar un “Programa Integral de Bioseguridad” para todo el alcance de la organización. El programa de bioseguridad no debe centrarse únicamente en la seguridad del personal presente en la instalación. Tiene que ir más allá para garantizar la inocuidad de los productos y servicios que se ofrecen a los clientes, y no pondrá en peligro a terceros intervinientes en otros lugares, como puede ocurrir con intermediarios o empresas que participan en la cadena de suministro. La implementación de un programa de seguridad requiere, además, de los adecuados sistemas de vigilancia para poder asegurar siempre el control de los riesgos significativos, donde generalmente se imponen unos límites operativos o críticos que deben ser inviolables.
- Implementar guías técnicas sectoriales y normativas de aplicación. Actualmente existen guías técnicas sectoriales y diversas normativas en materia de bioseguridad. Esta documentación de referencia requiere adaptarse a cada establecimiento, optimizando el proceso de implementación y adecuando la documentación para convertirla en una realidad práctica, operativa y útil a su organización.
- Contar con las instalaciones y equipos de bioseguridad pertinentes. Las organizaciones requieren de instalaciones y equipos adecuadas para poder garantizar la seguridad de un establecimiento ante agentes infecciosos. Estos equipos, medios técnicos, accesorios, etc. son necesarios cuando las buenas prácticas de gestión que se puedan implementar no son suficientes para controlar los peligros potenciales. En estos casos, suministrar e instalar los equipos de desinfección más eficaces y definir las condiciones de funcionamiento óptimas para conseguir los resultados perseguidos es fundamental. Un adecuado control de la bioseguridad puede requerir también la adaptación o rediseño de las instalaciones actuales y las previstas. Este hecho es determinante para que cualquier inversión económica se convierta en beneficio y no quede como un gasto improductivo.
- Protocolizar la desinfección y el control de vectores. Las desinfecciones realizadas por personal profesional especializado aseguran la mitigación, atenuación o eliminación de la carga vírica que pueda haber en una instalación. Por otro lado, el control preventivo de potenciales vectores plaga también es un proceso básico que se ha de implementar para garantizar la higiene y seguridad de una instalación y de los productos y servicios que se desarrollen en ella.
- Analizar y realizar ensayos para una validación y verificación objetivas. Para poder asegurar que las medidas de bioseguridad y las condiciones de nuestro centro de trabajo están siendo eficaces, es necesario medir la presencia/ausencia de agentes infecciosos, tanto en el personal y materias primas, como en productos, superficies, ambientes, agua de consumo, procesos, etc. Esto debe hacerse mediante métodos analíticos contrastados, cuyos resultados sean evaluados por personal competente, capaz de investigar las posibles desviaciones y actuar en consecuencia.
- Auditar a proveedores y a terceros intervinientes. Los proveedores son fundamentales para no poner en peligro la bioseguridad, bien sea en la entrada de mercancías, en sus visitas periódicas para realizar operaciones de mantenimiento; o también cuando actúan agentes de transporte o almacenistas intermedios en la distribución de nuestros productos.
Establecer requisitos en materia de bioseguridad para homologar y evaluar a nuestros proveedores es básico para prevenir cualquier potencial peligro.
En definitiva, asumir criterios rigurosos y de compromiso para alcanzar la bioseguridad presente es lo que nos encamina a lograr la tranquilidad futura.