Sé que el título de este artículo es valiente pero mis más de cuarenta años de experiencia y, sobre todo, las cifras de accidentabilidad avalan esta afirmación. Pero ¿siempre fue así?
La química siempre ha sido y será inherentemente peligrosa en muchos de sus ámbitos, ya que muchos de los productos que se fabrican y sus intermediarios de producción, son peligrosos. El secreto de la industria química ha sido poner los medios necesarios para que del peligro no se pase al riesgo, evitando así muchos accidentes.
Acontecimientos desgraciados
Algunos hechos relevantes del siglo pasado fueron, con toda probabilidad, los que hicieron que la industria química decidiera un cambio radical para fomentar la cultura preventiva.
Podemos recordar grandes acontecimientos desgraciados para el sector. La explosión en Oppau (Alemania) en 1921, que causó 500 muertos y más de 3000 heridos; el desastre en Texas City de 1947 que causó más de 500 muertos (curiosamente ambos por almacenaje de nitrato de amonio), igual que la más reciente de Beirut; el desastre de Flixborough en 1974 con “sólo” 28 muertos pero con 2000 casas dañadas alrededor; y los más conocidos como Seveso en que no hubo muertos por explosión, pero del que fue imposible cifrar el impacto real de la fuga de dioxina en la población; o el de Toulouse en 2001 con 29 muertos y más de 2500 heridos, otra vez con el nitrato de amonio de protagonista. Y el más mediático en 1984, Bopal en la India, con miles de muertos de difícil cálculo.
En algún momento, se decidió dar un giro radical a la política de seguridad y ponerla realmente como una prioridad en las empresas químicas, sobre todo en las más grandes. Entidades como DuPont llegaron a crear y explotar su propio método de gestión de la seguridad.
Soy químico y toda mi carrera ha transcurrido en el mundo industrial químico, pero mi conciencia sobre el tema y mi pasión por la prevención empezó en 1987 cuando me contrató Rhône Poulenc para dirigir una fábrica de 100 personas que acababan de comprar a un grupo familiar y que tenía una media de un accidente con baja cada dos/tres semanas. Ya en este siglo llegamos a superar el millón de horas trabajadas sin accidentes con baja que suponían unos 10 años. Al final de mi carrera decidí escribir mi experiencia como apoyo a la difusión de la cultura de la seguridad.
Cambio cultural
Volviendo al sector químico, ¿cómo empezó el cambio cultural? Empezó trabajando a fondo el tema de seguridad de procesos. Hoy por hoy el número de accidentes de proceso, que son los que originan las catástrofes mayoritariamente, es muchísimo más bajo que hace 50 años, cuando empezó la preocupación mayor por la situación.
Mejorado el tema de procesos, se observó que el número de bajas por accidente no bajaba sustancialmente y es entonces cuando se empieza a pensar en ir más allá creando una verdadera cultura preventiva en el sector.
Una muestra de ello es el lanzamiento del programa ‘Responsible care’ (la versión española se llama ‘Compromiso de progreso’). No dispongo de espacio para explicar que es el RC, pero la mayoría de los lectores seguro que ya lo conocen. En principio, se apuntaron sólo las grandes empresas, pero luego las patronales del sector (en España FEIQUE) ayudaron a que se conociera y se impulsara también a todas las empresas independientemente de su talla. El proyecto fue de más a menos y sabiamente en 2020 el Consejo Europeo de la Industria Química (CEFIC) actualizó el Sistema de Gestión Marco de ‘Responsible care’ para Europa con el fin de que un mayor número de empresas se adhieran a la iniciativa con el objetivo de promover una mayor confianza en el sector.
¿Respuesta homogénea?
¿Fue homogénea la respuesta de todas las empresas a la idea de la creación de una cultura preventiva? Los resultados y la realidad nos dicen que no. Ni todos los subsectores tienen los mismos resultados, ni todas las pymes y especialmente las micropymes, tienen esta sensibilidad. Aquí es donde más hemos de trabajar.
Además, incluso en empresas de una dimensión media o grande me he encontrado recientemente con un comentario reiterado del estilo: “Joan, a mi lo único que me preocupa en que no haya ningún accidente mortal o invalidante. Lo demás, el “cortecito” con el cúter o el problema músculo-esquelético me da igual, ya se curarán”.
Es una obviedad que la preocupación principal ha de ser la vida de las personas, pero una situación de bajas elevadas por problemas “menores” crea una inestabilidad en los equipos, que deben de cubrir plazas de expertos con gente menos experta, aumentando el riesgo de un accidente con consecuencias mayores. Mi opinión es que en seguridad “hay que ir a por todas”.