La crisis sanitaria, económica y social derivada de la pandemia del COVID-19 ha cambiado nuestros hábitos y costumbres, tanto dentro como fuera de nuestras casas. Entre estos cambios, la limpieza y desinfección de espacios y superficies han cobrado mayor protagonismo, situándose en nuestro pensamiento prácticamente a cada paso que damos. Desde las mayores fábricas del país hasta el pequeño comercio o la cafetería de nuestro barrio, ahora todos prestan especial atención a los procesos de higiene y desinfección, profesionalizándolos e incrementando las actuaciones en este sentido. Lo hacen por seguridad, la de sus empleados y consumidores; pero también por supervivencia del negocio, que ya no se sostendría sin garantías de higiene y seguridad.
Esta “nueva higiene” derivada de la “nueva normalidad” ha llegado para quedarse
Claves en el proceso
En este nuevo escenario, en el que todos vamos a mirar con ojo clínico cada superficie, cada proceso y cada instalación, tres son las principales claves que las empresas deberán tener en cuenta si quieren garantizar las nuevas normas de higiene en la era post COVID-19: producto, aplicación y formación.
La necesidad de garantizar que los productos de higiene que se utilicen combatan el patógeno que se desea eliminar va a seguir siendo clave tras la desescalada. Los consumidores se han vuelto más demandantes y han ampliado sus conocimientos. Ahora, cualquier encargado de la limpieza de un local o fábrica ha oído hablar de los biocidas. Así, por ejemplo, desde Cleanity, una de las primeras medidas que tomamos fue la de garantizar que nuestros productos son aptos para eliminar el COVID-19. Para ello, recurrimos a laboratorios y organismos externos, quienes certificaron que cuatro de nuestros productos (Desincol 2, Desinfectol manos gel, Detercide 2 y Dermoloción manos) combaten el COVID-19. Con esta certeza, ya constatada por terceros, podemos responder mejor a las necesidades de nuestros clientes, quienes, a su vez, pueden garantizar la seguridad de sus empleados y consumidores.
Pero con tener un producto que combata el virus no va a ser suficiente. Una de las principales vías de trasmisión del COVID-19, según la OMS, es el contacto con superficies contaminadas. Además, la rapidez y facilidad de transmisión con la que hemos visto que se movía el coronavirus han hecho necesarias técnicas de aplicación eficaces que lleguen a todos los rincones y garanticen la eliminación de patógenos. Aquí, la solución estrella es la nebulización o desinfección vía aérea, que desinfecta superficies y ambientes y completa los procesos estándar de limpieza y desinfección, alcanzando zonas críticas a las que sería difícil acceder con las técnicas tradicionales. Estas seguirán llevándose a cabo en el día a día, por supuesto; pero será necesario reforzarlas cada cierto tiempo con aplicaciones especiales como la nebulización.
Por último, la importancia no solo de contar con los productos y las herramientas imprescindibles, sino de formar a los empleados en el correcto uso de los mismos y en los adecuados hábitos de higiene que eviten la propagación, será la tercera de las claves para enfrentarse a esta “nueva higiene” tan relevante en la “nueva normalidad”. Un simple lavado de manos de un empleado puede detener la cadena de transmisión del virus. Algo que parece que va calando en todos, pues solo durante la crisis del COVID-19, y solo desde Cleanity, ya hemos vendido más de 3.200 dosificadores de gel hidroalcohólico.
Además, en el caso de grandes empresas o fábricas, por su tamaño y magnitud, a la hora de tener en cuenta estas tres claves, se hace imprescindible contar también con alguien que se asegure de que todo funcione: el Compliance Manager. Esta figura se encarga de evaluar la preparación de las instalaciones, establecer estándares de limpieza y desinfección, desarrollar materiales de comunicación claros y sencillos, formar a los empleados, elegir los productos de limpieza y desinfección y establecer prácticas, normas y horarios. Porque no sirve de nada dar guantes a los empleados si no les explicamos cómo utilizarlos y desecharlos, el Compliance Manager tiene que velar porque cada uno de los integrantes de la compañía actúe de manera correcta, tanto a la hora de desinfectar los espacios como de cuidar de su propia higiene.
Y es que, en el actual contexto global, las desinfecciones y la higiene están llamadas a desempeñar un papel clave y constante en nuestras vidas. Tras el paso del COVID-19, la higiene va a ser una de nuestras principales preocupaciones como individuos; pero también como sociedad, siendo indispensable para todo tipo de empresas la adaptación de sus planes de limpieza y desinfección, y haciendo permanentes nuevos hábitos que hemos adquirido en estas semanas de cuarentena.
Las empresas del sector de la higiene profesional desempeñamos un papel clave en esta crisis y hemos de responder protegiendo la salud de las personas con el objetivo de crear un mundo más limpio, seguro y sostenible.