Empezamos a pensar que la pandemia ya ha concluido, sin embargo, quizá deberíamos pensar en ella como un maratón y tener en cuenta que cuando nos acercamos a la meta, aunque nos cueste hemos de hacer un sprint. La pandemia ha puesto de manifiesto la importancia de la calidad del aire interior para la salud de los ocupantes de los espacios cerrados. SARS-CoV 2 y muchos otros virus como la gripe, además de multitud de bacterias, se transmiten por vía aérea desde las personas infectadas a otros usuarios sanos, y eso no va a acabar, los virus incluido COVID nos van a acompañar siempre, por eso, debemos aprovechar la visibilidad que ha facilitado la pandemia para cambiar el paradigma de los edificios en cuanto a la calidad del ambiente interior se refiere.
Un estudio realizado en 2003 por S. N. Rudnick y D. K. Milton del Department of Environmental Health, Harvard School of Public Health, titulado “Riesgo de infección de transmisión aérea en interiores estimado en relación con la concentración de dióxido de carbono” (Risk of indoor airborne infection transmission estimated from carbon dioxide concentration), nos muestra el número de personas que puede contagiar una persona infecciosa en relación con la concentración de dióxido de carbono (número de reproducción), es decir según la tasa de ventilación. Los resultados se muestran en el gráfico (la imagen que abres esta noticia).
Se observa que con una ventilación muy baja, de solo 2 Litros/segundo-persona el número de reproducción para la gripe es de 12, es decir un infeccioso contagiaría en promedio hasta a 12 personas en un sitio con una ventilación tan baja, mientras que esa misma persona “solo” contagiaría 1 persona si la ventilación fuera acorde a la reglamentación (RITE), es decir 12,5 L/s-persona. El estudio fue realizado en 2003 y por tanto no toca el SARS-CoV2, que no se conocía en ese momento, pero si ponemos un valor promedio representado por la línea roja el salto iría de 8 personas a 1, al aumentar la ventilación, bajarían sustancialmente los contagios.
La reflexión interesante respecto a este estudio es que, la ventilación es inicialmente muy efectiva reduciendo la concentración de los contaminantes ambientales (siempre que no estén presentes en el aire de impulsión, como es lógico) pero a partir de unos determinados caudales el impacto es limitado.
Este hecho nos debe servir para entender que la calidad del aire interior es un aspecto multifactorial, algunos mensajes que se han transmitido durante la pandemia parecían indicar que con abrir las ventanas o con comprar un sencillo purificador de aire todo estaba resuelto. Desgraciadamente en la mayoría de las ocasiones las cosas son mas complejas y hay muchos factores que debemos considerar. Si queremos abordar el control de la calidad del aire interior en un edificio, hospital, escuela, centro comercial, etc., cualquier espacio cerrado especialmente si es de uso publico hay una serie de ítems que deberíamos tener en cuenta:
- Identificar un responsable. Normalmente un responsable de servicios generales, mantenimiento, prevención de riesgos o similar. Si no existe una persona que dinamice es difícil que se tomen medidas.
- Asegurar la ventilación. Es esencial que TODOS los edificios de uso público, independientemente de su tamaño dispongan de ventilación, pero esta debe ser mecánica, no vale simplemente abrir ventanas porque eso no garantiza nada, la ventilación natural es mucho más que abrir ventanas.
- Filtrar y/o purificar. Filtros mecánicos, fotocatálisis, u otras tecnologías de probada eficacia y seguridad se pueden emplear para reducir los niveles de contaminación, siempre que pensemos en ellas como un complemento no como un sustituto de la ventilación. Y siempre hay que considerar que al menos el aire exterior debe ser filtrado antes de introducirlo en los espacios cerrados.
- Control de focos de contaminación. Durante la pandemia en espacios cerrados hemos usado mascarillas, ha sido una medida muy útil, y en posibles futuras pandemias puede volver a ser precisa. Los países asiáticos tienen mucha costumbre y siempre las han usado. No obstante, no debemos olvidar otros tipos de contaminantes que también requieren control de focos de contaminación, materiales de decoración y construcción pueden generar VOCs y formaldehido, cada vez mas iremos viendo en el mercado productos de baja emisión, que en el futuro seguramente se convertirán en un estándar.
- Higiene. La higiene de superficies tanto accesibles como ocultas (conductos y unidades de tratamiento de aire acondicionado) es esencial como modo de controlar transmisiones por contacto pero también olores y crecimientos microbiológicos.
No existen soluciones milagro, cada edificio debe ser analizado en profundidad para identificar la calidad del aire y tomar medidas si es que fuera preciso. El Reglamento de instalaciones térmicas (RITE) nos refiere a la serie de normas UNE 171330, en esta serie se describen los pasos que se han de tomar a la hora de garantizar una correcta calidad de aire interior en los edificios, desde el diagnóstico inicial a la implantación de completos planes de control.