Iñaki Arenas quimpa
Iñaki Arenas Dirección de Marketing y Planificación Estratégica Quimpa

La industria química de limpieza, desde las «almonas» hasta nuestros días

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Figura 2: Infografía proceso de fabricación producto químico.

El marco en el que se inicia el desarrollo de la actividad química, se caracteriza porque el impulso fundamental para su nacimiento y evolución procedía de la propia sociedad, que demandaba productos que satisficieran sus necesidades higiénico sanitarias, y para las que esperaba una respuesta.

Baste recordar que hace más de 5.000 años, los egipcios y los sumerios ya combinaban grasas vegetales y animales con sustancias alcalinas, para fabricar lo que podríamos denominar como el primer jabón.

Los árabes fueron los principales fabricantes de jabón en España y los Reyes Católicos convirtieron las ‘almonas[1]’ en importantes núcleos de exportación a los nuevos territorios como Flandes o América. El hipoclorito sódico o lejía, es un producto descubierto por Berthollet en 1785 en el barrio parisino de Javel, razón por la que se denominó ‘Agua de Javel’. El reconocimiento de su poder desinfectante y antiséptico se inicia a finales del XIX, cuando Pasteur descubre que los microorganismos son los causantes de las enfermedades.

Varios científicos[2] descubren a principios del siglo XX unas sustancias sintéticas, los tensioactivos, que en la actualidad continúan formando parte fundamental en la composición de los detergentes. El primero de estos tensioactivos, -mucho más eficaz que el jabón (especialmente a bajas temperaturas y con aguas duras), que se utilizó a gran escala-, fue un alquilbenceno sulfonado. Pero si bien, la química surgió por una necesidad de atajar los riesgos tanto en higiene como en salud, la necesidad de cubrir la ingente demanda, así como garantizar el acceso a estos productos a todos los estratos de la sociedad; implicó un desarrollo técnico y tecnológico, que posibilitase la fabricación a gran escala de estos compuestos.

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Figura 1: Diagrama de flujo que representa las operaciones que se realizan para transformar las materias primas en productos.

 

La industria química

Una industria química puede describirse como un centro fabril que recibe materias primas y energía con las que realiza las transformaciones necesarias para obtener aquellos productos deseados.

Como norma general, todo proceso químico se estudia cuidadosamente en el laboratorio antes de convertirse en un proceso industrial y se desarrolla gradualmente, no implantándose a gran escala hasta que no queda demostrada su rentabilidad. La transición desde el laboratorio hasta la fábrica es la base de la industria química, que reúne en un solo proceso continuo llamado línea o flujo de producción las operaciones unitarias que en el laboratorio pueden efectuarse de forma independiente.

El proceso de fabricación

El flujo de producción se refiere al camino que sigue un producto desde la concepción hasta la finalización.

Se trata de una secuencia crítica que determina la eficiencia con la que se pueden producir los bienes, afectando directamente a la productividad, la calidad y la rentabilidad de la operación.

Incluye todas las actividades esenciales, como el diseño, la preparación de materiales, el procesado, el envasado y etiquetado, así como el cumplimiento de las normativas legales y de medioambiente, incluyendo las inspecciones de calidad.

Cada uno de estos pasos debe estar meticulosamente planificado y coordinado para asegurar una producción sin contratiempos.

La eficiencia con la que una empresa gestiona este flujo determina su capacidad para satisfacer las demandas del cliente y mantenerse competitiva en su industria.

Figura 2: Infografía proceso de fabricación producto químico.

El sector de la industria química

El sector de la industria química en España con sus más de 3.100 empresas, es uno de los mayores y más consolidados sectores industriales de este país.

Su cifra de negocios asciende a 82.493 millones de euros, lo cual representa el 6,1% de PIB Nacional. El 72,3% de dicha cifra, se facturan en mercados exteriores, el sector químico es el segundo mayor exportador de la economía española.

Por último, genera empleo directo a 233.000 personas, cifra que supera los 792.200 si contamos los empleos indirectos e inducidos.

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Figura 3: Fuente: FEIQUE (Federación Empresarial de la Industria Química Española).

El futuro del sector

Atendiendo a estos datos y con la vista puesta en el futuro, podemos aventurarnos a pensar que unas de las claves del futuro del sector, radica en la optimización del flujo de proceso productivo. Esto implica minimizar los tiempos de espera, reducir los movimientos innecesarios de materiales y garantizar que los equipos estén operando a su máxima capacidad.

Pero también por la constante innovación y la adaptación a la nuevas exigencias de los consumidores.

Fruto de estas exigencias y en búsqueda de la mejora continua, los fabricantes estamos introduciendo nuevos productos en el mercado que combinan nuevas fragancias como las cítricas, con un alto poder de limpieza, como un factor decisivo de compra para el consumidor.

Por ejemplo, en marzo de 2024, fruto de la investigación y desarrollo de nuevos productos y atendiendo a las tendencias del mercado, QUIMPA presentó sus nuevos limpiadores para todo tipo de suelos, azulejos y superficies esmaltadas, cuya formulación combina tensoactivos de alto poder desengrasante, con esencias naturales que además de proporcionar un gran poder desodorizante, dejan tras su aplicación, un agradable aroma.

De esta manera y con un inagotable espíritu de esfuerzo e innovación, la química ha contribuido de manera decisiva a mejorar la calidad de vida y bienestar de las personas, ideando soluciones en campos tan diferentes como la limpieza, la salud, la higiene o la elaboración de nuevos materiales para las más sorprendentes aplicaciones.

Esta aportación que ha realizado la industria química sigue siendo imprescindible para resolver las carencias actuales y para hacer frente a las amenazas del futuro.

[1] Almona: La palabra «almona» procede del árabe hispánico máwna y actualmente significa jabonería, aunque antiguamente se utilizaba para denominar a una casa o almacén público donde se guardaban provisiones.

[2] Tencioactivos. El fisiólogo suizo von Neergard comprendió plenamente la función de los surfactantes en 1929, pero su artículo fue ignorado durante 25 años. Las propiedades físicas del surfactante fueron reconocidas a principios de la década de 1950 a partir de investigaciones sobre productos químicos de guerra realizadas por Pattle en Gran Bretaña y Radford y Clements en Estados Unidos.

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