Un simple gesto como es el de abrir las ventanas por la mañana para airear las estancias de nuestra oficina o vivienda puede resultar insuficiente si lo que queremos es que la Calidad Ambiental Interior sea la adecuada.
Desde que el Covid-19 llegó a nuestras vidas hemos podido comprobar que la ventilación en los espacios interiores es primordial para proporcionar una mayor seguridad frente al contagio. Sin embargo, todavía queda un largo camino por recorrer para lograr una mejora de la Calidad del Aire Interior en los edificios y sus posibles rehabilitaciones, pues estos deben ajustarse a las exigencias del actual Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE). En función de éste, se establecen unos caudales mínimos de ventilación para las construcciones atendiendo a sus respectivas necesidades. Es decir, en el caso de hospitales, centros educativos o clínicas, el aire deberá ser de óptima calidad, mientras que si hablamos de oficinas, la calidad de su ventilación puede reducirse hasta un nivel menor de exigencia.
A través de los cálculos que nos ofrece el RITE y con la ayuda de instrumentos de medida, se podrá comprobar la concentración de CO2 de cualquier estancia, posicionándose este como el mejor de los indicadores de las emisiones de bioefluentes humanos, lo que nos permite conocer con qué asiduidad se debe renovar su aire interior según los límites establecidos por el Reglamento. Por ello, es de vital relevancia la utilización de ventilación forzada, y recurrir a la natural solo en aquellos casos en los que la ventilación mecánica sea insuficiente, como lo fue en pandemia.
Filtrado del aire para combatir los aerosoles
La utilización de equipos de filtración portátiles o la filtración del aire de recirculación son dos de las propuestas que desde Atecyr, Asociación Técnica Española de Climatización y Refrigeración, recomiendan para proteger el aire interior de los edificios.
En primer lugar, la instalación de purificadores de aire puede ser la mejor opción si no existe ventilación natural o forzada, un ejemplo de ello pueden ser los filtros HEPA, con una eficacia superior al 99%, y los F7, F8 y F9 que se sitúan entre el 50% y el 90%. En este sentido, para conocer con total seguridad a cual acudiremos, se atenderá al caudal recirculado, al consumo energético y al ruido.
Otra de las opciones presentes son los purificadores portátiles que suelen estar dotados con filtros HEPA. Estos equipos están indicados, sobre todo, para aplicaciones en oficinas o pequeños comercios, y no deben emplearse en locales comerciales, grandes o supermercados, donde los usuarios son personas externas a la organización.
Hay que tener en cuenta, además, que la correcta selección de estos purificadores de aire portátiles, sus caudales reales, los niveles sonoros, así como también la difusión de aire filtrado, su mezcla y la homogeneización de todo el ambiente interior son parámetros que siempre se deben considerar.
Por otro lado, en aquellos casos donde hemos visto que los purificadores portátiles no funcionan, la aplicación de equipos autónomos es la solución ideal. Estos se tratan de aparatos fijos que suelen estar provistos, también, de un filtro HEPA, aunque en algunos casos el efecto purificador se ve reforzado con otras tecnologías como la radiación ultravioleta de onda corta que actúa contra los aerosoles del ambiente y reduce el riesgo de contagio. Cabe señalar que algunos de estos equipos autónomos llevan consigo filtros de tipo electrostático de polarización activa, ya que su alta eficacia ePM190% y superiores, junto con su baja pérdida de carga permiten que los ventiladores sean más silenciosos.
Como alternativa a los dos equipos presentados anteriormente, nos podemos encontrar las unidades que recirculan el aire interior. En este caso, no se instalarán filtros HEPA, sino que se centrarán en la utilización de los F7, F8 y F9, siempre que el ventilador lo permita.
La Calidad del Aire Interior en los edificios dedicados a la restauración
Así como somos conscientes de que la rehabilitación de los edificios es ineludible para lograr una mejora en la eficiencia energética, también debemos atender a los cambios de operación en las instalaciones de climatización y ventilación y su posterior reforma.
En el caso de los locales de restauración, durante los tiempos de pandemia fueron considerados de alto riesgo frente al contagio, por lo que se recomienda adaptar las instalaciones existentes a las exigencias del RITE que se encuentra actualmente en vigor, cumpliendo así, las tres premisas indispensables: seguridad del caudal, control y filtración.
Muchos de los espacios dedicados a la restauración no cuentan con sistemas de ventilación mecánica, por lo que su renovación del aire se realiza mediante la apertura de puertas y ventanas, un método que depende de la dirección y velocidad del viento y la diferencia entre la temperatura interior y exterior. Esto conduce a que la ventilación sea insuficiente o, en algunos casos, excesiva.
Para solventar esta problemática, el RITE establece unos caudales mínimos de ventilación en este tipo de locales que se deben medir a través de los instrumentos dedicados a ello o sensores colocados en aquellas zonas menos ventiladas y visibles para los usuarios.
Asimismo, si lo que el local necesita es una reforma de la instalación de climatización, debería centrarse, por tanto, en la mejora de la ventilación del local a través de dos soluciones: instalación de una unidad de ventilación y filtrado; o instalación de un recuperador de calor.
En definitiva, es de vital importancia determinar si los espacios están correctamente ventilados, al igual que es necesario conocer sus condiciones de temperatura y humedad en base a lo que exige el RITE para los edificios con una superficie mayor a 1.000 metros cuadrados.
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