Nacen, crecen, se reproducen… y si su realidad deja de estar controlada, podrían llegar a tener consecuencias drásticas no solo económicamente, sino para la salud. Las plagas de insectos y roedores siguen representando un desafío para las empresas, las administraciones y los hogares de España. Aunque recurrir a productos domésticos puede ser una primera medida de contención, puede conllevar elevadas contraindicaciones. Para acertar en un tratamiento, es imprescindible conocer a la perfección a qué especie nos enfrentamos, en qué estado biológico se encuentra y cuáles son las medidas de control idóneas en cada caso.
El mapa de plagas en España
Después de treinta años combatiendo plagas, en EZSA Sanidad Ambiental hemos dibujado un mapa de plagas que busca concienciar a la población acerca de la necesidad de tomar medidas de mantenimiento y prevención para evitar los efectos adversos de chinches, avispas, moscas y mosquitos, etc.
Fruto de este trabajo hemos confirmado que la diferente distribución de las plagas se explica por las condiciones climáticas de cada zona, las construcciones que abundan en cada territorio, e incluso el turismo y el movimiento de personas, que favorece que las plagas se desplacen con ellas de un lugar a otro.
Así, en el mapa de las plagas de España comprobamos que en el sur prolifera la cucaracha americana, así como moscas y mosquitos, especialmente en época de calor y en zonas de humedales.
El centro y el oeste son territorio para la cucaracha germánica y los roedores. En esta zona abundan las ciudades antiguas, con sistemas de alcantarillado arcaicos, redes de metro profundas y numerosas conducciones subterráneas, lo que favorece a estas plagas.
En el este, lideran el ranking de plagas la cucaracha germánica y la americana. Esta última es la reina del alcantarillado, aunque ya empieza a sentirse cómoda en casas particulares, bares y restaurantes.
En la zona de Cataluña, también deben hacer frente a las termitas, mientras la oruga procesionaria, que habita principalmente en los pinos, se ha hecho fuerte en Aragón.
Principal conclusión
La principal conclusión a la que hemos llegado es que el problema de las plagas está lejos de remitir. Al contrario, hay ciertos factores que han generado la tormenta perfecta para que sigan proliferando. Sin ir más lejos, el aumento de la temperatura fruto del calentamiento global ha contribuido a que algunas especies sobrevivan durante más tiempo y dilaten su época de proliferación y maduración. Es el caso de los insectos, que son exotérmicos y, por tanto, dependen de la temperatura ambiental para sobrevivir, porque no generan temperatura corporal.
La expansión de las plagas también se beneficia de la globalización y del consiguiente movimiento de personas y mercancías, así como de la decreciente toxicidad de los productos biocidas, el deficiente saneamiento en algunas redes de alcantarillado y la falta de educación ambiental. Además, la interrupción de algunos tratamientos durante la pandemia ha hecho que insectos como la oruga procesionaria hayan salido reforzadas.
La estrategia más adecuada
Y ante esta realidad, ¿qué estrategia podemos tomar? En EZSA siempre recomendamos ir de menos a más. Sin duda, la prevención es la primera medida que tener en cuenta. Por ejemplo, es aconsejable sellar cualquier tipo de agujero o grieta en paredes, puertas, ventanas y tuberías; mantener puertas y ventanas cerradas; guardar los alimentos en los armarios; y mantener limpia la cocina, eliminando restos de comida. También es aconsejable revisar las mercancías recibidas, ya que muchas veces los roedores se esconden en palés, cajas o paquetes, y evitar zonas en las que se acumule agua, comida y basura.
Cuando detectamos síntomas de la posible presencia de plagas (por ejemplo, encontramos insectos o descubrimos mordeduras y arañazos en muebles o paredes), es importante reaccionar con rapidez para que un equipo profesional identifique la causa del problema y programe un tratamiento de control con tecnología avanzada.
Llegados a este punto, siempre hay que priorizar las soluciones naturales o físicas al tratamiento químico y, en caso de seleccionar este último, debe ser lo menos agresivos posible con el entorno para minimizar el impacto en el medio ambiente y en las especies a las que no va dirigido el tratamiento.
Nuestros años de experiencia nos permiten adaptar cada tratamiento a las necesidades concretas no solo de la plaga, sino también del entorno en el que se encuentra, lo que nos facilita priorizar las soluciones menos dañinas con el medio ambiente, pero que a la vez son efectivas contra la plaga que queremos controlar.
La constante innovación en este tipo de tratamientos, así como el análisis de tendencias con la ayuda de la inteligencia artificial, nos permite ser más efectivos y eficientes a la vez que minimizamos riesgos.