Las técnicas de agua a presión consisten en el empleo de equipos especiales, como por ejemplo bombas, lanzas o mangueras, los cuales permiten proyectar el agua a la velocidad y caudal apropiados para realizar la acción que se desee: limpiar, sanear, escarificar, demoler de forma selectiva, cortar, etc.
Aunque los equipos son similares, existe una gran variedad de herramientas, accesorios y complementos que pueden emplearse, según la aplicación específica del agua a presión.
Por este motivo, se han ido creando empresas especializadas en la fabricación, comercialización y uso de este tipo de equipos, en relación con el objetivo de la acción que se quiera conseguir con el uso del agua a presión.
Uno de los principales usos del agua a presión, que se emplea en explotaciones e industria en general, es un chorro de agua a una presión de trabajo que puede alcanzar los 6.500 bar, utilizando como herramienta de demolición o extracción selectiva en el caso del hormigón o para la eliminación de recubrimientos y óxidos en el caso de elementos metálicos.
El sistema está formado por una bomba conectada a la lanza (manual o mecanizada), a través de mangueras y latiguillos, provista de una tobera que dirige el chorro hacia la zona concreta sobre la que se vaya a trabajar.
El agua a presión, al penetrar en el entramado poroso del hormigón, produce tensiones internas que provocan micro-estallidos concentrados en la zona de incidencia directa del chorro. De esta manera, el resto de las partes que no tengan porosidad, como elementos metálicos, no se ven afectados y mantienen su estado y posición original, eliminando posibles óxidos o recubrimientos en caso de haberlos.
Este tipo de sistemas suelen estar robotizados, dejando las lanzas manuales para trabajos muy concretos, de manera que el equipo lo maneja un operador por control remoto, que se sitúa a una distancia segura del área de trabajo. Además de las razones de seguridad, este tipo de sistemas son mucho más efectivos que los manuales.
Aplicaciones del agua a presión
Las principales aplicaciones del agua a presión pueden dividirse en cuatro grandes grupos: construcción, preparación de superficies, limpieza industrial y saneamiento municipal. En ocasiones, el empleo del agua a presión puede ser una actividad intermedia que precisan de acciones anteriores que originan otras posteriores. En estos casos, la dificultad se incrementa debido al uso de herramientas específicas, aplicaciones y riesgos diversos, equipos especiales, trabajadores con una formación muy concreta y una coordinación técnica y de seguridad propia.
Centrándonos concretamente en la limpieza con agua a presión, en el sector de la construcción se utiliza esta técnica para mejorar el grado de luminosidad de paramentos como muros, hastiales y bóvedas de túneles, evitando dañar el soporte sobre el que se asientan y sin contaminar el entorno.
Otra de las aplicaciones del agua a presión es eliminar revestimientos y óxidos en estructuras metálicas y dejar la superficie limpia antes de aplicar nuevos recubrimientos a una edificación o estructura. Igualmente, se emplea para retirar lechadas y relleno de juntas, o incluso para marcas viales y capas de pintura en grandes áreas.
El agua a presión en la preparación de superficies es esencial para alargar la vida del recubrimiento que se vaya a aplicar y para ello se utiliza una técnica denominada hidrolimpieza, que se rige bajo los estándares:
- WJ-1, WJ-2, WJ-3 y WJ-4: que comparten el National Association of Corrosion Engineers y Steel Structures Painting Council (Normas Americanas).
- BS 4232: Brithish Standards Institution (Norma Británica).
- SIS 055900: Swedish Standards Institution (Norma Sueca).
Esta técnica depende íntegramente de la presión y caudal con que el agua golpea la superficie a tratar, así como el tiempo que se ejerza sobre la zona a limpiar.
La hidrolimpieza es una excelente opción (y así se demuestra habiendo cada vez más empresas especializadas en ella), porque no implica el uso de abrasivos, lo que elimina el problema de la contaminación por polvo o por eliminación de estos productos.
La limpieza industrial abarca uno de los ámbitos más extensos y diversos de aplicación de las técnicas de agua a presión ya que se emplea en todo tipo de industrias (siderúrgica y metalúrgica, química, minera, eléctrica, petroquímica, etc.).
En este caso, la combinación de la presión y del caudal que emana de las diferentes bombas, así como el empleo de los accesorios adecuados (mangueras, latiguillos, lanzas, pistolas, toberas, cabezales rotativos, robots, etc.), hacen posible una gran versatilidad de aplicaciones.
En cuanto a las presiones, por poner algunos ejemplos, la limpieza se puede considerar:
- Alta presión: hasta 250 kilos/ cm2 (Bar)
- Presión máxima: hasta 750 kilos/ cm2 (Bar).
- Ultrapresión: más de 750 kilos/ cm2 (Bar).
Por último, el saneamiento municipal emplea agua a presión para el mantenimiento de redes hidráulicas públicas (fecales y pluviales), mediante el uso de equipos mixtos de impulsión y aspiración, combinado en determinados casos con equipos recicladores para utilizar esa misma agua que circula por la red para realizar la limpieza.