Limpiar consiste en, básicamente, mover materia de un lugar a otro. Es decir, quitamos, la suciedad de las superficies que queremos limpiar y la trasladamos mediante sistemas físicos y químicos hacia otro lugar para su tratamiento, ya sea para su acumulación, eliminación, incineración, reciclaje o el proceso que sea adecuado. Y este concepto tan genérico es el que puede generar riesgos en los trabajadores del sector de la limpieza y el personal que gestiona esta “materia”, estos residuos, y las posibilidades dependerán muchísimo del entorno en que se han generado.
Riesgos mecánicos
Los riesgos mecánicos son de los más asequibles a la hora de evaluar y a la vez son los que quizás más veces causan lesiones. La gestión de residuos en el sector de limpieza empieza en el mismo lugar donde se colecta la basura. Es decir, desde el primer instante. Estamos hablando de materia que a veces es visible e identificable, pero puede ocurrir que no se dé el caso como cuando se recogen papeleras: los papeles pueden ocultar objetos punzantes o cortantes (cristales de un vaso roto, por ejemplo) depositados inadecuadamente, se puede romper la bolsa si contiene objetos pesados con el consiguiente riesgo de lesión por caída de objetos. Aparte, hay que adoptar las consiguientes medidas ergonómicas en caso de pesos de estas (no será el mismo el de una papelera de una oficina con unos pocos papeles que un contenedor de residuos de una cocina industrial) para evitar sobreesfuerzos, movimientos repetitivos o posturas forzadas.
Otro riesgo mecánico que puede producirse es la proyección de partículas en el proceso del vertido al contenedor (tirar una bolsa de basura en un lugar con presencia de polvo, por ejemplo, puede provocar que se proyecte).
Por lo tanto, va a ser clave, aparte de una adecuada coordinación empresarial (el sector de la limpieza casi siempre trabaja en instalaciones ajenas), un esfuerzo de atención del trabajador para adelantarse a los posibles riesgos y un escrupuloso seguimiento de la medidas preventivas y uso de los EPI.
Riesgos químicos
Los riesgos químicos habitualmente se enfocan en los agentes detergentes que se manipulan en el proceso de limpieza. Pero no terminan ahí: en la manipulación de productos químicos peligrosos este riesgo continúa vigente con los residuos de los envases, dado que continúan conteniendo (aunque en poca cantidad) producto peligroso y este tendrá capacidad lesiva. En consecuencia, habrá que tener cuidado con los envases vacíos procurando mantenerlos siempre cerrados para que no se libere el contenido y evitar que se rompan. Depositarlos en el lugar que toque para su posterior gestión, perfectamente identificados, es imprescindible para una gestión preventiva correcta.
Pero no termina ahí la labor preventiva. Hay que tener muy en cuenta el tipo de instalación que se está limpiando dado que podemos encontrar que los residuos que se generan son peligrosos de por sí, indistintamente de los detergentes que se usen. Evidentemente el personal de limpieza debe estar previamente avisado y disponer de medidas preventivas adecuadas, fruto de una correcta coordinación empresarial. Esta situación se puede dar en sectores industriales que hayan subcontratado el proceso de limpieza (farmacéutico, químico, alimentario, etc.): será imprescindible una buena comunicación entre la empresa de las instalaciones y la de limpieza para evitar que por omisión se exponga a los trabajadores a riesgo químico.
Riesgos biológicos
Los riesgos biológicos son mucho más frecuentes de lo que a simple vista parece. El personal de limpieza ya tiene de por sí una mayor exposición a riesgos por la variedad de instalaciones en las que puede trabajar; además, hay un factor común siempre: accede a ellas cuando están sucias. Y esta exposición no ocurre únicamente cuando se está limpiando un centro sanitario: también las industrias, oficinas y colectividades tienen la presencia de enfermedades y es en los residuos que se generan en el proceso de limpieza donde los agentes patógenos se acumulan (ácaros de polvo y sus alergénicos excrementos, virus, bacterias, etc.). Procesos que levanten polvo o aerosoles contribuyen a la expansión de estos agentes biológicos, por lo que la gestión de los residuos debe cuidar este aspecto al ser siempre el lugar de acumulación de estos (lavar no es desinfectar, no se matan los microorganismos, únicamente se trasladan y acumulan en los residuos).
Hay que proteger adecuadamente a los trabajadores del sector de la limpieza teniendo en cuenta el potencial infectivo y lesivo de los microorganismos presentes (la evaluación no será la misma para el personal de limpieza de un centro hospitalario de zona quirúrgica que el que limpia oficinas sin atención al público). Pero en todos los casos hay que realizar la evaluación oportuna, con el fin de minimizar al máximo la exposición y adoptar medidas preventivas adecuadas sobre todo en temporada de epidemias como es la gripe.
Riesgos físicos
Los riesgos físicos ya son menos comunes cuando hablamos de gestión de residuos en el mundo de la limpieza. No es habitual que el personal de limpieza se encuentre con material potencialmente peligroso en los residuos, aunque sí que a veces aparecen en las noticias la presencia de aparatos médicos de capacidad radioactiva en los residuos de centros sanitarios.
Riesgos ergonómicos
La manipulación de una cantidad de residuos puede ser lesiva, sobre todo si no se disponen de las herramientas necesarias: una bolsa de basura puede pesar más de 20 kg y los contenedores no han sido diseñados desde un punto de vista ergonómico habitualmente. En contenedores urbanos nos encontramos con alturas notables que pueden provocar el levantamiento de cargas por encima de los hombros o el hecho de recoger muchas papeleras supone un riesgo de movimientos repetitivos notable.
Buscar soluciones ergonómicas es un reto del sector y las empresas en las que se realiza el servicio no siempre tienen una solución adecuada
Explorar nuevos diseños de contenedores, carros de limpieza que permitan transportar los residuos y luego depositarlos en los contenedores, una adecuada organización del trabajo que evite la sobreacumulación de residuos permiten ofrecer soluciones. Aunque siempre hay que adaptarlas al trabajador y al entorno de trabajo.
Riesgos psicosociales
Los riesgos psicosociales están en todos los procesos productivos. Y la gestión de los residuos resultantes del proceso de limpieza no es un proceso distinto y también afecta al personal que los gestiona: trabajo en horarios nocturnos o por turnos, que la gestión del residuo habitualmente se realiza al finalizar la jornada o la distancia al contenedor, son factores que influyen a la hora de la buena ejecución de dicha tarea. Es el síndrome “ir a tirar la basura”. Dotar al personal de los medios necesarios para que faciliten el trabajo al máximo contribuirá decisivamente a una buena ejecución de la tarea.
El INSSBT (Instituto Nacional de Seguridad, Salud y Bienestar en el Trabajo) tiene a disposición de los técnicos numerosos recursos en su página web y con enfoques específicos al sector sanitario y al de tratamientos de residuos al ser los que más pueden repercutir en la salud de los trabajadores, pero que pueden dar soluciones a los retos que plantea cada caso particular. Evidentemente, es clave la coordinación empresarial para disponer de toda la información y poder realizar una evaluación completa y ajustar las medidas preventivas a las necesidades reales.