Milagros Fernández de Lezeta.
Milagros Fernández de Lezeta Directora General ANECPLA (Asociación Nacional de Empresas de Control de Plagas)

El confinamiento por Covid-19, el perfecto caldo de cultivo para la proliferación de plagas

mosquitos plagas

Este 2020 está siendo un intenso año para todos los que nos dedicamos al sector de la sanidad ambiental, y desde la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA) estamos poniendo todo nuestro empeño y recursos por dar lo mejor que tenemos; nuestro trabajo y experiencia. Si el año comenzaba marcado por la Covid-19 y la imperante necesidad de desinfectar espacios para frenar la propagación del virus, el panorama que hemos encontrado después del confinamiento ha sido el de incremento de las poblaciones de varios animales, y especialmente insectos, cuya acción puede resultar molesta e incluso peligrosa para las personas.

Durante los meses de primavera en los que permanecíamos en estado de alarma, muchas especies encontraron los ambientes idóneos para reproducirse, generando un panorama cuyo efecto hemos experimentado de forma acusada en los pasados meses de verano.

Sin duda, las consecuencias más graves las ha producido la población de los Mosquitos Culex en las marismas del Guadalquivir. Las picaduras de estos insectos han contagiado la fiebre del Nilo a varias personas, afectando de gravedad a 24, y llegando a causar la muerte a cuatro de éstas. La falta de atención sobre la expansión de esta población, sumado a los meses de confinamiento, con la consecuente ausencia de presencia humana -que ha motivado el acercamiento de las aves migratorias a las áreas urbanas- y el desarrollo de la naturaleza en estas áreas, favorecieron su reproducción. Todo ello fue el detonante de lo que se ha vivido en la región durante los meses pasados.

mosca negra confinamiento anecpla

Estos mosquitos actúan como reservorio del virus del Nilo Occidental, que contraen cuando pican a aves infectadas (generalmente aves migratorias procedentes de África), transmitiéndolo cuando después pican a los seres humanos y a otros animales mamíferos. Los efectos más comunes que generan son la aparición repentina de dolores de cabeza, fiebre, vómitos, erupción cutánea, inflamación de los ganglios linfáticos, fatiga, dolor ocular o muscular. También puede provocar consecuencias más graves, como las que han tenido lugar este verano entre varios de los contagiados, como meningitis o encefalitis.

Si bien es cierto que, tal y como señala la Organización Mundial de la Salud, el 80% de las personas que son infectadas con el virus del Nilo Occidental son asintomáticas, lo cierto es que este verano hemos vivido un pico de casos no vistos hasta ahora. No podemos pasar esto por alto; muy al contrario, debemos estar atentos al mensaje implícito que nos trae, y aprender la lección que nunca debemos olvidar de que las labores de control y prevención son imperantes si no queremos volver a vivir consecuencias tan fatales como las han sufrido varias personas.

Este año, en el que no se han realizado las tareas de control y mantenimiento, se ha hecho preciso aplicar medidas de choque

Sin embargo, esta no ha sido la única amenaza que se ha visto incrementada durante esta época estival. La mosca negra también ha aprovechado los meses de confinamiento para incrementar su población ya que, durante la primavera, no pudieron realizarse las tareas de mantenimiento necesarias para su prevención.

El problema fundamental de este insecto es que no pica, sino que muerde en forma de sierra, generando una herida de consideración importante y pudiendo dar lugar a infecciones y reacciones alérgicas muy alarmantes, que en algunos casos requieren hospitalización. Las zonas que más afectadas se han visto por la proliferación de esta especie han sido las riberas de los ríos Ebro y Manzanares.

El mosquito tigre ha sido otra especie que ha proliferado de forma vertiginosa en los últimos años, pero especialmente durante los últimos meses. La mayor peligrosidad de este insecto radica en la posibilidad que tiene de ser vector transmisor de enfermedades que pueden ser muy dañinas, como el Zika, el Dengue o el Chikungunya, entre otras. Solo durante la primera mitad del año, la presencia del mosquito tigre aumentó en un 70%, según datos del proyecto Mosquito Alert con el que colaboramos desde ANECPLA. Las altas temperaturas de este año, las copiosas lluvias de la primavera, y la falta de mantenimiento de segundas residencias -una vez más a causa del confinamiento por el coronavirus-, han sido la receta perfecta que ha impulsado el crecimiento en número de estos insectos.

Lamentablemente la lista no acaba aquí; las chinches, el mosquito Aedes Japonicus, la Legionella, las cotorras, las ratas o la oruga procesionaria son los nombres de algunos otros focos que ocupan y ocuparán nuestra atención.

En este año atípico, en el que no han podido realizarse las tareas de control y mantenimiento con normalidad debido al Estado de Alarma, y el confinamiento se ha hecho preciso aplicar medidas de choque. De cara al futuro, y para evitar que estas situaciones se repitan, desde ANECPLA insistimos en que el mejor tratamiento es una buena prevención. Actuar desde el origen hace que los esfuerzos que hay que invertir en restablecer las situaciones y tenerlas bajo control, sea mucho más sencillo que hacerlo una vez éstas adquieren una gravedad y envergadura mayor.

Cuando las labores de control y desinfección son desarrolladas por un equipo profesional y con la formación y equipamientos adecuados, se cuidará siempre del entorno, y se desarrollará la acción de forma localizada, sobre la amenaza concreta que se quiere controlar. Control, salubridad y respeto logran así darse la mano, y crear un futuro seguro.

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