limpiezas 115
Limpie Z as / Abril 2015 32 con Firma Breves notas sobre el desarrollo histórico de los detergentes (Parte 1) tal como se deduce de los títulos de dig- natarios tales como “El Maestro Lavador” y “El Maestro Blanqueador” en la corte. La disponibilidad de álcali era en aquel tiempo un problema importante. A este respecto, Egipto estaba en una situación muy favorable porque disponía de álcali procedente de los llamados “lagos de sosa” de las regiones del Nilo Superior. El arte de la fabricación del jabón fue llevado por los fenicios desde Egipto hasta el Sur de Francia alrededor del año 600 a.C. De aquí se difundió a Alemania, España e Italia. Los romanos aprendie- ron este arte de los galos y de las tribus germánicas 600 años más tarde. Plinio el Viejo, escribiendo en el año 70 a.C., indica que el sebo de cabra y las cenizas de haya son los mejores ingredientes para fabricar “sapo”. Los romanos acomodados solían ves- tir una toga blanca de lana que era la- vada por los “fullones” en agua y orina corrompida. Las bacterias producían in situ amoníaco, que se vio era un álcali suave muy apropiado para este propó- sito particular. Aquí se hizo también un descubrimiento accidental que tuvo con- secuencias muy importantes. se ha considerado siempre como uno de esos productos químicos que inevitable- mente ha acompañado, en unos casos, e inducido, en otros, a la existencia de un mejor nivel de civilización. No es posible, sin embargo, determi- nar en qué época se empezó a usar el jabón para limpiar. Los primeros indicios científicos sobre la fabricación de jabón son originarios de las antiguas civilizaciones de los países del Próximo Oriente. Durante las excavaciones efectuadas en Tello, en el área entre el Éufrates y el Tigris, se en- contró una tablilla de arcilla, que databa de unos 3000 años a.C., y que llevaba una inscripción que describía la fabrica- ción del jabón. Las materias primas em- pleadas eran cenizas de ciertos arbus- tos, cultivadas en las zonas pantanosas de Caldea, y “aceite hirviendo”. Desgraciadamente, no se conoce a qué uso se destinaban estos jabones: quizá para el aseo corporal ritual, como para el lavado de la ropa. También en aquella época aparece la producción de jabones medicinales conteniendo azufre. Se conocía el jabón y el lavado, en Egipto, ya en los años 3200-2270 a.C., L os detergentes, del latín detergere (limpiar), son pro- ductos utilizados en la vida cotidiana para la eliminación de la suciedad de ropas, utensilios, su- perficies duras y aseo personal, devol- viendo las mismas a su estado original y haciéndolas reusables. El desarrollo de tales detergentes domésticos e in- dustriales viene determinado por varios factores, tales como los descubrimientos científicos, el desarrollo técnico, las fa- cilidades y aplicaciones disponibles por los usuarios, así como los requerimien- tos y deseos de los usuarios, que depen- derán también del nivel de vida y de los tipos de tejidos o materias usados para fabricar los objetos que deban limpiarse. Además, la mentalidad y las relaciones emotivas de los consumidores pueden tener una influencia importante. Es difícil estimar el peso de los facto- res mencionados en relación a su efecto sobre el más amplio o nuevo desarrollo en el campo de los detergentes. El mejor camino para obtener una respuesta ra- zonable útil a tales cuestiones es, en mi opinión, analizar el desarrollo histórico de los productos actualmente en uso. O rígenes En cualquier revisión histórica hay que hacer una referencia y un canto de ala- banza obligado al jabón, si se desea en- tender el desarrollo de los detergentes. El jabón forma parte del origen de la his- toria previa de los detergentes sintéticos actuales. Se trata de la sustancia tensio- activa y/o detergente por excelencia, que el hombre utilizó desde la antigüedad y J uan V icente R obledo P residente del C onsejo T écnico A sesor de la R evista L impiezas
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