Limpiezas
Limpie Z as / Febrero 2017 54 con Firma E n una de esas pequeñas tertulias en las que, tras una agradable comida, nos dedicamos a arreglar el mundo, los jubilados, como os con- taba en mi último artículo, tocamos, esta vez, el tema de las nuevas tec- nologías, las redes sociales…, en fin, ese nuevo campo que para alguno de nosotros parece esconder el extraño misterio de lo desconocido. Pero atre- vidos, como somos (la edad permite aceptar ciertos riesgos no cruentos), nos lanzamos a explorar tan novedoso mundo para nosotros. Apuntaba alguno, a raíz de las in- vestigaciones policiales por la des- aparición de una joven que han inun- dado las páginas de nuestra prensa, cómo el control de nuestros pequeños teléfonos móviles permite la localiza- ción prácticamente precisa de alguien en un momento y lugar preciso. Se apuntaron otros casos en los que se dIn, Facebook, Twit ter…) y las conse- cuencias de su uso en lo que afecta a nuestras personas. Me resultó fas- cinante descubrir las consecuencias que para nuestra vida personal y es- pecialmente nuestra vida profesional pueden influir la utilización que ha- gamos de las mismas. Independien- temente del preeminente uso que las empresas de selección hacen para el proceso de elección de candidatos, (utilización del Curriculum Vitae digi- tal frente al convencional en papel), el “barrido” digital sobre cada uno de los candidatos seleccionados es algo espectacular. Cuando utilizamos Internet para comprar, informarnos o simplemente entretenernos estamos dejando en toda la red algo tan personal que es fácil, aunque lo ignoremos, que los expertos pueden trazar un “retrato digital” bastante fiel de nuestra per- sona, gustos, aficiones, etc. Si a ello añadimos nuestros comentarios con- cretos en las redes sociales, el per- fil que dejamos responde en un alto porcentaje a lo que realmente somos. Es la llamada “huella digital” que los expertos utilizan y que la mayoría de ha resuelto incluso algún crimen por la información que ha suministrado el pequeño artilugio que todos llevamos en nuestros bolsillos. Los más “ente- rados tecnológicamente” enseguida relataron las medidas adecuadas para evitar, no sabemos por qué, que nos convirtiéramos en objeto de investiga- ción criminal. Tuve que hacer la presentación, hace un par de meses, de una confe- rencia sobre la utilización de Internet y las distintas redes sociales (Linke- La realidad de la tecnología digital: dejamos “huella” sin saberlo J uan V icente R obledo P residente del C onsejo T écnico A sesor de la R evista L impiezas
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